Las joyas que nacieron de un taller de automóviles

Hoy os quiero mostrar éste tipo de piedra que parece sacada de los cuadros de mi pintor favorito, Hunderwasser.

 

Las llaman las Ágatas de Detroit, pero el origen de éstas curiosas rocas proviene en realidad de los depósitos de pintura usados en el proceso de pintado de cuadros de automóviles.

Antes de que la técnica de pintado se convirtiera en un proceso automatizado en las fábricas, los coches eran pintados a  mano y la pintura que goteaba, caía en el equipo utilizado para mover la carrocería. Ésta pintura de esmalte entraba en el horno de secado y se solidificaba dando a dichas piezas una dureza y resistencia notables. Formándose así la “Fordite”, sustancia compuesta por varias capas de pintura de multitud de colores.

Después de repetirse dicho proceso cientos o miles de veces, los depósitos de Fordite llegaban a medir varios centímetros de espesor.

Algunos de los trabajadores se fijaron en la belleza de estos materiales de desecho que se estaban formando y los salvaron.

Pasado un tiempo el material abandonó los talleres para pasar a manos de los artesanos.

En las fotografías se puede ver cómo es su estado natural y cómo queda después de ser trabajada y pulida para su uso en la joyería.

 

 Lo más curioso es que éste proceso de pintura dejó de utilizarse, por lo cual las piezas que se rescataron mientras funcionaba pasaron a ser piezas únicas y se prevé que su precio cada vez sea mayor.

A veces los tesoros aparecen dónde menos te imaginas, sólo hay que saber mirar…